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¨La rusita¨ finalmente dejó ese cuerpo que desde hace varios años no le respondía.

Quizás, para sopesar su ausencia, pensaremos que se volverá a encontrar con Pedro (su único hijo varón que murió a consecuencia de una cardiopatía) con Guillermo Meneses su primer esposo, padre de sus hijos y con Carlos Rangel por quién desafió muchos paradigmas del matrimonio para la época, convirtiéndose en su segundo esposo y compañero de trabajo.

Sofía Ímber sorteó cualquier cantidad de adjetivos para tratar de definirla. Sus posiciones ante la vida y el trabajo la hacían ver como ¨una mujer insensible¨. Llegó a Venezuela desde Moldavia, por eso muchos le decían ¨La rusita¨ aunque ella en esta tierra encontró su verdadero gentilicio: venezolana.

Su obsesión con el tiempo (usaba un reloj en cada mano por si acaso alguno de ellos dejara de funcionar), su espíritu trabajador y toda la pasión que dejó en cada página escrita,  entrevista realizada y obra de arte entregada a Venezuela será tan solo un pequeño legado que deja esta diminuta mujer en estatura pero inmensamente grande en valores y convicciones.

Leer su libro biográfico ¨La señora Ímber, genio y figura¨ de Diego Arroyo Gil, te hace conocer un poco su fibra, admirarla sin medida, amarla sin razón. El imaginar cómo una mujer que dejó a su primer esposo, aún queriéndolo,  para seguir lo que le decía su corazón y casarse con Carlos Rangel; enterrar a éste luego que se suicidara en casa y continuar con el programa de televisión que hacían juntos;  dejar su corazón en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Ímber para luego escuchar cómo por  un programa de televisión, de voz del presidente que manchó de sangre la historia democrática de Venezuela, la despedía de ese espacio que construyó desde cero; soportar el dolor más grande que pudo haber sentido -dicho por sus propias palabras- tras la muerte de Pedro, su hijo más adorado y aún así continuar cada día, detestando la mediocridad, queriendo seguir trabajando por el país y defendiendo sus ideas sin importar que causarán escozor es digno de aplaudirla de pie hasta la eternidad.

De la misma manera y para hacer otro balance, fue la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Periodismo en Venezuela, la primera latinoamericana en recibir la Medalla Picasso que otorga la Unesco , así como la Legión de Honor del Gobierno de Francia, el Águila Azteca (México) y la orden Isabel Católica del gobierno español.

Siempre hago un ejercicio: cómo hubiera sido la irreverente Sofía con toda esta era tecnológica y de redes sociales en la época en la que ejercía el periodismos ¿se la imaginan?

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