Video publicado en el Fan Page de Imujer.
Leyenda de la foto: Iris Apfel, leyenda del diseño y la decoración. Foto publicada en el portal http://www.manufoto.com/
¿Cuántas veces no hemos escuchado o dicho esta expresión? «Es que ya estoy muy vieja para…» «No estoy en edad para hacerlo». «Estoy muy mayor para…». «Me vería ridícula si hiciera…»
Pareciera sonar como una especie de boicot orquestado femenino, en la que todas debemos irnos a menos, subestimándonos, haciendo competencia para ver cuál de todas resulta la más ácida y despectiva. Pobre de aquella que se atreva a romper este círculo vicioso para hacer, salir o vestir a sus anchas, los juicios y críticas saltan como una ráfaga de metralleta en menos de lo que alguien pueda decir «Acción».
Al mismo tiempo, resulta paradójico cómo ese mismo grupo de féminas, resalta y enaltece las bondades que la naturaleza con el paso del tiempo hace en los hombres: las canas, sus arrugas, su estado civil, «lo madurito» (metáfora para decir que ya no es joven sino un hombre mayor) todo resulta doblemente atractivo e interesante en la figura masculina.
Caigo en cuenta que, así como ocurre con el machismo, muchas de las situaciones incómodas y no igualitarias de género se gestan -consciente o inconscientemente- desde la figura femenina. Somos totalmente despiadadas cuando las primeras canas se asoman a la cabellera de nuestra amiga de 35 años y la hacemos sentir que se está poniendo vieja; al ver a la vecina de 65 años salir en short para hacer ejercicios pensamos «¿y esta cree que es una carajita?» (joven); al llegar a la fiesta de navidad del trabajo, ver a la gerente del departamento que a sus 55 años y 3 años, se le «ocurrió» usar un vestido de color automáticamente le decimos a la amiga de al lado «se volvió loca, se tuvo que poner un vestido negro para disimular esos cauchos que tiene» (barriguita, rollos, llantas en la zona abdominal).
Y así se nos va discurriendo la vida, afinando una lupa para detectar y por consiguiente someter al escarnio público a aquella mujer que ya entradita de años, con arrugas en el cuello viste escotes y no blusas con cuello tortuga: «como debería de vestirse a su edad», a la que se dejó crecer el cabello luego de los 50 años: «imagínate, es que acaso no sabe que las mujeres ‘no pueden’ tener el cabello largo cuando son viejas, después de cierta edad hay que cortarlo» y ni hablar de aquella que se transforma en toda una heroína porque se «le ocurrió» salir con un hombre más joven que ella: «Qué ridícula, ésta se cree que es la Sra. Isabel». (refiriéndose a una famosa telenovela con ese nombre que mostraba la relación amorosa entre un hombre mucho más joven que la mujer).
Mujeres de verdad, el día que dejemos de ser crueles entre nosotras mismas, que borremos de la mente toda clase de prejuicios y entendamos que al hacer críticas sobre otras personas realmente estamos exteriorizando un problema propio no sanado que está carcomiendo nuestro interior, ese día seremos libres y felices.
La edad es solo un número y solo depende de ti la puntuación, intensidad y calidad que le quieras dar a éste.
Deja una respuesta