
Se puede decir que las mujeres vivimos bombardeadas constantemente por todo eso que llaman «estereotipos de bellezas» a través de la publicidad, redes sociales, campañas y un sin fin de etcéteras que golpea incesantemente nuestras cabezas, al mejor estilo del pajarito de los comerciales «Twistos».
Sin embargo, es necesario pensar un momento en frio y reflexionar que desde muy pequeñas estamos inmersas en esa burbuja de lo irreal, de lo que debemos ser y en lo que debemos convertirnos. Nos bombardean, solo que «inocentemente», de los cánones de belleza a través de las películas de princesas de Disney (por mencionar las más famosas), despertando a temprana edad un deseo por alcanzar o parecernos a alguien.
Princesas estilizadas, blancas, por lo general rubias, con una cintura envidiable y lo más importante «esperando a su príncipe azul» es lo que más se destaca en la trama de este tipo de películas, además por supuesto de una muerte dramática que nos hace llorar de forma desconsolada. En resumidas cuentas pareciera ser una de las primeras cosas que nos enseñan desde pequeñas: una linda princesa que debe encontrar su apuesto príncipe. Así que reflexionando un poco, la culpa no es solo de Victoria’s Secret o de las portadas de Vogue, la culpa también es de Disney!

Es lo que vende, es lo que revienta la taquilla: una pareja idílica y muy linda por supuesto, acompañada además de una banda sonora que taladra hasta los huesos su mensaje de amor y belleza, pero qué sucede en la vida real? qué ocurre cuándo las niñas despiertan del letargo de Disney descubriendo que no son ningunas princesas y que en muchas ocasiones el príncipe azul no llega? FRUSTRACIÓN.
Yo confieso que, literalmente, se me pone la carne de gallina cuando veo cómo madres crían a sus hijas bajo los efectos de «princesas de Disney» y en un diálogo sueltan ráfagas como: eres bella, igualita a Rapunzel, eres toda una princesa que no se te olvide y deben tratarte como tal, crecerás y encontrarás a tu príncipe azul para toda tu vida. Luego las niñas en cuestión crecen, se dan cuenta que el mundo real es tan cruel e inhumano que no hay película que pueda dramatizarlo, no existe tal apuesto caballero que llegará a rescatarlas y que desecharán a cuanto «buen muchacho» se les presente por no ser apuesto; sencillamente se les pasó la vida en medio de una perenne frustración.
También debo reconocer que no todo en Disney es tan malo. Se atrevieron hacer una película que rompiera un poco con lo convencional: «Valiente», con una niña muy linda pero con otro tipo de belleza: rulos, pelirroja y con una personalidad desafiante. Quisiera preguntar en este punto a cuántas fiestas infantiles han ido con la temática de Valiente y a cuántas con las de Frozen? La respuesta que tengan forma parte de la reflexión a la que quiero llegar.

No críen a sus hijas para ser tratadas como princesas, críenlas bajo la premisa que siempre deben ser tratadas con respeto, como todo ser humano así lo merece. No les digan que se parecen a Rapunzel, enséñenles a que son únicas y tan inteligentes que conseguirán todo lo que quieran en la vida, esto les dará mayor seguridad, no vivirán presionándose para «ser lindas» ni buscando la aceptación de los demás . Y por favor no las programen para crecer y encontrar el príncipe azul; muéstrenle que la vida es tan maravillosa -a pesar de las adversidades- que podrán conquistar, hacer y conocer lo que quieran, con o sin galán en la historia.
Y antes que me llamen feminista o poco sensible con la niñas porque no tengo hijas les digo: seguramente si tengo una hija ésta me llorará para que le haga la fiesta de cumpleaños de la princesa del momento y se la haré. No se trata de sacar esto de sus vidas, se trata de mostrarles que es un entretenimiento y así como le regalé el vestido de Frozen, también le regalaré un set de pinturas para que plasme su imaginación si quiere en toda la casa. Para hacer el último ejercicio de este post: qué les parece si sustituimos el estuche de maquillaje por un set completo de cuentos, lego o pinceles para una niña de 4 años? Creo que estaríamos contribuyendo con una generación de mujeres menos vulnerables a las presiones sociales.
Así de simple!
30 junio, 2015 at Eth-0430
De acuerdo! A veces los padres y la TV hacen mucho daño. Al menos yo, no estoy de acuerdo con esos spa de niñas donde le hacen masajes, le pintan las uñas, le secan el cabello; y hasta hacen fiestas en esos lugares, obviamente. solo de niñas. Es más sabroso que corran en un parque y vayan quemando sus etapas de niñas reales, no de cuentos de hadas.
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1 julio, 2015 at Est-0430
Totalmente! Ya tendrán una vida entera para ser mujer
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